lunes, 7 de noviembre de 2011

Ser monje, ser monja de clausura

No todos los "contemplativos" provienen del monaquismo, aunque corrientemente se hable a este respecto de monjes y monjas de clausura.
Además, entre los monjes y onjas de clausura que reclaman un origen monástico no todos son miembros de las familias benedictinas y cistercienses. Pensemos en la tradición oriental, sobre todo en la herencia de San Basilio. Aun dentro de la vida monástica, son numerosos los caminos.
Dicho esto, vamos a destacar algunos rasgos comunes.
Si formuláis algunas preguntas cobre su género de vida, os hablarán sobre todo de la oración, del trabajo y de la vida fraterna.
- La oración. El oficio litúrgico celebrado en común y la lectura de la Palabra de Dios o de textos tradicionales de la Iglesia alimentan la vida de unión con Dios, que es lo que estos hombres y mujeres han venido a buscar en la clausura del monasterio. La vida de los monjes es la oración.
- El trabajo. Una comunidad monástica trabaja para vivir. Los trabajos manuales o intelectuales, muy variados por cierto, no suponen una distracción de la contemplación, que constituye el objetivo de la vida monástica. De este modo, toda la vida de los monjes, tanto a través del trabajo como de la oración, es una búsqueda de Dios.
- La vida fraterna. La vida en comunidad es el marco de esa vida fraterna. El silencio la hace más profunda. También la estabilidad. No se pasa de monasterio a monasterio. Salvo excepción, por razones de salud o de mejor equilibrio, o por servicio de la Orden, uno se compromete en la vida monástica a vivir hasta el final en el monasterio escogido el primer día. Es importante para la calidad de la vida fraterna.
La motivación profunda que anima, en definitiva, la vida de los monjes y de las monjas de clausura se resume en pocas palabras: "buscar a Dios", "dedicarse únicamente a Dios". Estas expresiones reflejan lo esencial de la vida monástica: una ocupación totalmente centrada en el Señor.
Por su manera radical de entregar su vida a Dios, son testigos particularmente significativos de una profunda convicción: Dios es Todo.
Los que vienen a buscar en los monasterios sus moradores ya no es tanto el refugio y el asilo, como en otras épocas, sino a Dios. Sienten la necesidad de experimentar esa certeza de que "todos absulatemente somos objeto del inmenso amor de Dios...". "Reaccionan vivamente cuando advierten que ese Dios, que tanto necesitan" tiene también mucha más necesidad de ellos: cuenta con ellos para su alegría".
El mundo tiene necesidad de la vida monastica.

Tomado de "Diferentes caminos para seguir a Jesucristo" de Gérard Muchery

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